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Internacional

“Nicaragua se ha convertido en una gran prisión”: entrevista al líder opositor Félix Maradiaga, deportado y convertido en apátrida por enfrentarse a Daniel Ortega

El gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo deportó en febrero a Estados Unidos a 222 opositores que mantenía en prisión.

jueves, 23 febrero 2023 | 14:29

Nicaragua, un país de apenas 7 millones de habitantes, se ha convertido en foco de atención mundial

Al considerarlos "traidores a la patria", las autoridades nicaragüenses despojaron de su nacionalidad a estos disidentes y más tarde a otros 96, y anunciaron la confiscación de sus bienes.

Entre otras prominentes figuras del grupo destaca el político, académico y activista Félix Maradiaga.

Maradiaga se postuló como uno de los cinco candidatos que aspiraban a derrotar a Ortega en las elecciones presidenciales de 2021.

Todos ellos fueron encarcelados, en una ola represiva sin precedentes que allanó el camino al tándem Ortega-Murillo para seguir en el poder.

El pasado 9 de febrero, cumplidos 20 meses de su condena de 13 años, Madariaga amaneció en su celda de la temida cárcel de El Chipote en Managua y aterrizó por la tarde en Washington DC junto al resto del grupo.

El periodista británico Stephen Sackur lo entrevista en el programa HARDTalk de la BBC.

Acaba de salir tras más de 600 días en una prisión nicaragüense. ¿Se sorprendió cuando le dijeron que iba a ser libre?

La liberación fue una sorpresa, ya que estábamos en condiciones pésimas e inhumanas. Lo más difícil fue el aislamiento total: no tuvimos acceso a llamadas telefónicas durante 611 días.

Tampoco tuve acceso a abogados; incluso nuestro juicio se celebró dentro de la prisión, por lo que no podíamos saber qué estaba pasando afuera.

¿Es cierto que perdió unas 60 libras (27 kg) durante su reclusión?

En efecto. Por cierto, gané 30 libras (13,6 kg) desde noviembre. Ese mes las condiciones cambiaron sustancialmente en comparación con la primera fase de nuestro encarcelamiento y teníamos la sensación de que fuera ocurría algo positivo.

El primer año estuvimos en completo aislamiento, muy mal alimentados, no se nos permitía ningún contacto con familiares por cuarenta a noventa días, y cuando lo teníamos era bajo vigilancia policial.

Pero a finales del año pasado permitieron a nuestras familias traer comida y hubo una pequeña señal esperanzadora.

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